lunes, 27 de agosto de 2007

Algunos Haikus famosos

TOMIJI KUBOTA

Esperanza perdida
pequeño amanecer.
Despiadado

Al puente del Riachuelo
el perro trajo en su boca
un pedazo de luna

Callejeando
con las nubes blancas
al borde del sombrero

Entré a la casa
con la luna llena
en el bolsillo

El cielo del invierno
es
una tabla de plomo
apoyada en un árbol seco

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OCTAVIO PAZ

Sobre la arena
escritura de pájaros:
memorias del viento

Luna, reloj de arena
la noche se vacía
la hora se ilumina

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JORGE LUIS BORGES

La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia

La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido

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BASHO

En el estanque
ruido de una rana
que se sumerge


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ISSA

Hay que dar gracias
esta nieve sobre el suelo
pertenece también al cielo

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BUSSON


Halo de la luna
¿No es el aroma del ciruelo floreciendo
naciendo sobre el cielo?

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KISAKU

Vainas de pimiento
añádeles alas
y serán libélulas

Haikus

El sol asoma
Detrás de la ventana
Ojos amarillos.

La taza humea
Estoy esperándote
El café se enfría.

Sólo de rocío
Desvanecidas de amor
Son tus lágrimas.

Con hilos de luz
Tejí mis ilusiones
Ahora duermo.

Pájaros rosados
Del palo borracho
Caen silenciosos.

El sol ausente
Me trae el recuerdo
De otra tarde.

Horizonte gris
La tarde agoniza
En mi soledad.

Entre los árboles
Atardecen las sombras
De tu recuerdo.

Sobre el atril
El lienzo níveo espera
Pinceladas azules.

El colibrí
Derrama colores
Nace un haiku.

Verdes, rojo, azules
Espíritu y materia
Manchan la tela.

El otoño
Sacudió sus hojas
Se asomó el amor.

Vino la luna
Te llevó de aquí
Para los otros.

Pájaros de bruma
Anidan mi corazón
Ansío el alba.

Momento final
Calor de una mano
Cualquiera.

En otras tierras
Plantaste tu semilla
Inmigrante.

Alguien canta
Se modifica el paisaje
Mi alma se alegra.

El sol espera
Detrás de la bruma
Sólo sé viento.

La luz
Entró en silencio
Huyó el amor.

En la noche silenciosa
Un grillo canta
Se rompe la luna.

Amanece
Sobre el horizonte
Una naranja

Luna desvelada
La noche en tus ojos
Sigo soñando.

Una gota de rocío
Sobre una mata de hierba
¿Qué mas?

Ríos de oro y ocre
Arrastran los vientos
Es otoño.

Gotas de rocío
Ruedan por mi mejilla
Bruma desvanecida.






+

domingo, 26 de agosto de 2007

Diálogo
(Conmigo mismo)

Que sola te vas quedando Buenos Aires...

Se te fué el Polaco, desplegando alas,
en un descuido tembloroso de sus manos.
Se te fue la Beba, taconenado sola.
ensayando un paso nuevo u olvidado.
Y El Chúcaro, enredado en las trenzas de un malambo.
Y Tinayre, dejando una patota de "dandys" desolados.

Se fueron, que se yo cuántos!
La Tita, Castillo, Niní, Lolita y la Negra, que se fue,
buscando su lunita tucumana… y El Gitano,
que vivió con un beso encadenado entre los labios,
y la llave de esos besos, la dejó en nuestra boca.

Son tantos, que mi memoria se nubla al recordarlos...

Se fueron, o se quedaron?... escritor equivocado,
en nosotros, los que estamos,
los artistas, los poetas, los roqueros,
esta nueva legión de los pensantes.
Somos los mismos, que como ellos, desafiantes,
estamos inventando un nuevo arte.

No seremos Gardel, ni Borges,
mucho menos Quinquela, ni siquiera Leguizamo.
De todos esos monstruos, nosotros
no hacemos uno solo,
ni medio, ni un cuarto,
peros nos queda un consuelo, por lo menos...
lo estamos intentando!



No me mires a los ojos

Niño pequeño
que extiendes tu mano,
no me mires a los ojos!
Porque en tu mirada
presiento lo que callas,
la escuela que te negaron,
la sopa caliente
que no humea en tu mesa,
el lecho tibio, ausente,
el afecto escondido,
las caricias no recibidas
los besos no dados.
Niño sin tiempo,
creciste de golpe
y a golpes,
gateándole a la vida, asustado.
Tu sonrisa triste
arrastra tu honor callejero
para gambetearle al destino.
Mirada dulce, desafiante,
orgulloso. Tu cara sucia
purifica la sordidez mundana.
Ojos asombrados,
soles en medio de la noche
y en el día, ojos de luna.
Boca reseca
por sonrisas olvidadas.
Te faltan tantas cosas, pero aprendiste,
temprano, a pelear por vos
sin ayer ni mañana, con decisión.
con ternura y valentía.
Tu libertad
de pájaro sin rumbo
está templando al hombre que serás.
Por eso...
no me mires a los ojos,
no me avergueces más,
porque vos me mirás de frente
y yo...
yo te miro de reojo!

Plaza Dorrego

Domingos de nostalgia,
de bullicio y de recuerdos.
Paredes viejas, empeñadas
en detenerse en el tiempo.
Enorme Caja de Pandora
que guarda lo que fué nuestro
y alguna vez vendimos
casi siempre por apremios.
Cambalache de la vida
cantado por Julio Sosa.
Castañuelas, taza de noche,
viejas revistas de cine
junto a sombreros de copa.
Olor a cosa guardada
en celofán polvoriento.
Regalos de casamiento
en patios de conventillo
o en salones muy coquetos.
Todo cabe en tus domingos,
sueños, fracasos, ausencias,
la nostalgia, alguna lágrima,
el asombro, la sonrisa
y sobre todo, el recuerdo.
Tertulia de almas furtivas
que rondan la vieja plaza
como retardando el tiempo.
Grab Feria de Vanidades
de uñas descascaradas,
con mimos, algún tanguero
y un cartel filigranado
que de una puerta reclama:

"COMPRO COSAS VIEJAS.
VENDO ANTIGUEDADES"

...................................................

Y así...
casi sin darnos cuenta
atardece la nostalgia
y cansinamente la noche,
cómplice y silenciosa,
nos devuelve a nuestro tiempo,
arrancando el antifaz
de emociones olvidadas
que vuelven a refugiarse
en el desván de los sueños.

Luces

Ví tu luz
presentida...
Me miré en tus ojos
y encontré mi luz, la misma
la tuya.

Me miré las manos
y ví las tuyas extendidas, hermano
lejano, cercano
luminoso.
Tu huella pisa la mía
y dejamos el mismo sendero
.

Otoño en el mar

No hay árboles
que desnuden sus ramas
ni hojas caídas en el suelo.
Hay remolinos de arena,
milenarias,
y bruma, jugando con el viento.
Playas inmensas, desiertas,
silenciosas,
arrulladas por el ruido del mar
y el viento,
que vuela la gorra del hombre
con su perrro,
recortados en el amanecer,
fundidos en los colores del ocaso.
Tobías, el hombre, inmóvil
atisbando un horizonte
de nostalgia
y el perro, sin nombre,
jugando con la espuma
ajeno al entorno.
Ya no hay golondrinas,
sólo el viento, el mar,
la bruma...
y el hombre con su perro.

Sombra de tango

Un rumor lejano de bandoneones
me llega desde el fondo del callejón en bruma,
como un murmullo gris
de Riachuelo con olor a fango.

Aletero de palomas desbandadas
por los acordes canyengues,
adormilados en el aire de la noche
sobre un pentagrama arrabalero.

Luz mortecina, amarillenta,
que alarga las sombras
de ella y él, entrecruzadas
bajo el farol de la esquina
para garabatear un tango,
en la vereda de un boliche
desdibujado en el recuerdo.


Destino azul

Frente al mar, visión de Alfonsina

Oh mágico mar!
Escribo tu nonbre sobre la arena
para que tu espuma lo borre para siempre
y me dejo llevar a tus entrañas
hacia esa inmensa transparencia
con peces como ángeles multicolores
y un vaivén de algas y corales
que acarician como un amante apasionado
entre burbujas como verdes esmeraldas
y rocas y verdín.

Y allí estás, Estrella de Mar, bellísima...
vine a buscarte para escribir mi último poema.
Oh mar azul, perpétuo
quiero quedarme para siempre
sin sentencias de muerte, sin dolor.
Necesito descansar, tranquila,
con esa música lejana, envolvente,
hasta flotar, con el sol en la cara
y dormir... eternamente, soñando
con ese poema que quedó sumergido
en el azul destino de tus aguas.

Amor

Fué una tarde así, sin grises.
Una tarde sin otoño,
de verdad.

Tu mano en mi mejilla
perfume de imagen sin contorno;
instantes de puereza y sin razón.

Era una tarde así,
la primera.
No hubo otra igual.

Espuma

Un mar de espuma contornea la playa.
Tú, la playa,
yo el mar.

Espuma mis dedos desvanecidos
en la tibia arena de tu piel.

Yo el mar,
tú, la playa
y entre los dos, espuma que se va.

Primera poesía, escrita allá por los años 60

sábado, 18 de agosto de 2007

El último escalón

Se detuvo justo en el último escalón de la vieja escalera de hierro despintado. Amagó darse vuelta, seguramente me presentía atisbando desde la pequeña ventana, pero dudó. Me retiré y las cortinas me ocultaron justo en el preciso momento en que se dio vuelta. A través de la trama de la tela rústica, vi como subía los escalones de hierro que crujían a cada paso. Se detuvo otra vez, en el otro último escalón, el de arriba. Cuando se paró frente a la puerta, el corazón me latía desbocado; me revolqué en la cama, los golpes me despertaron sobresaltado. La luz de la ventana me devolvió a la realidad rápidamente. Me tranquilizó que todo fuera un sueño... miré hacia la puerta, pero corrí hacia la ventana. Vi como bajaba apresuradamente, casi corriendo; no se detuvo, como en el sueño, en el último escalón. Atravesó el ajedrez de grandes baldosones del patio, esquivando las torres y alfiles de ropa recién lavada colgada en las sogas...
Me senté en la cama, desolado. Sobre la mesa de luz, esperaba mi último poema sin terminar... un final me golpeó en el pecho: “Te dejé partir, y estaba despierto”



El amor

El amor es un torrente imposible de parar. No hay pared,
ni montaña, ni dique ni frontera que lo detenga.

Se instala, se adueña y te invade; no lo ataques, sé su cómplice.
No lo busques, está a la vuelta de la esquina; permanece alerta,
puede aparecer en el ínfimo instante que dura un pestañeo.

Golpea a tu puerta, déjalo entrar, aférrate a él, que no se escape,
quizás no vuelva a pasar jamás por tu vida.
Gózalo mientras esté contigo, deja que te arrastre como un viento y como la lluvia, te inunde.

Sé como la raíz de un árbol, pero también como su brote.
No cierres los ojos, no des vuelta la cara, no podrás eludirlo;
te penetra y te sangra, dejando una herida que nunca cicatriza.

No levantes barreras, no escapes de él, siempre te alcanza;
no cubras tu desnudez para protegerte, se mete en cada poro,
milímetro a milímetro de tu piel, inevitablemente.

Apriétalo fuerte, no lo sueltes, reténlo sin ahogarlo.
Vívelo siempre con alegría y con humor, de lo contrario, no es amor.

¡NO LO RAZONES, ABRE LOS BRAZOS Y RECÍBELO EN TU CORAZÓN!


Cuando florecían los naranjos
(Inspirado en el tango “Naranjo en flor” de los hermanos Expósito)

Las pisadas estaban ahí, como todos los días, sobre la arenosa tierra mojada; las conocía por el ángulo de los pies, por lo pequeñas y por los dedos mayor mucho más largos que los demás. Además el pie derecho tenía los dos primeros dedos unidos hasta la mitad. Cuánto tiempo había pasado desde aquella tarde en la que ella lo miró con esa profunda tristeza cuando se despidieron como siempre, pero él sabía que esa era la última vez, conocía sus miradas. Esa tarde, inolvidable, estaban florecidos los naranjos. Casi no hubo palabras, sólo miradas, caricias y besos, como nunca lo habían hecho. Esto también sabía a despedida, pero borró el pensamiento ante el temor que le producía sólo el intuir no verla más.
Y fue así nomás. Al otro día volvió a la playa. Como siempre vio las pisadas en la arena, pero no divisaba, en medio de la soledad de la playa vacía, la querida figura que levantaba los brazos al verlo y corría hacia él. Llegó hasta el agua, miró hacia todos lados, buscándola; sabía que no estaba, pero no podía convenserce. Esperó, parado en el mismo lugar, inmóvil, hasta que la luna lo inundó de plata. (Sabía) que la tarde anterior había sido la última, pero decidió que acudiría cada atardecer al encuentro amoroso. No sabía, y ni siquiera hubiera llegado a imaginar, que cada tarde encontraría sobre la tierra arenosa, las pisadas de ella, por distintas sendas, como si acudiera, cada tarde, a la cita. Durante todo ese día y todos los días posteriores, que fueron muchos, contados en años, pensó que habría pasado esa última tarde. Se atormentó pensando... sus manos se derritieron en caricias; esa tarde en que sus ojos jamás la habían mirado con tanto amor; si todo se había confabulaba para ser la mejor, pero también –lo había presentido- para ser la última. Recuerda, vívidamente como el perfume de los naranjos florecidos –cómplices del amor- se confundía con la tenue bruma del rocío. Y así pasó el tiempo, mucho, (contado en años), hasta hoy, cuando volvió de otra de las mil esperas inútiles, con el interrogante de las pisadas intacto, sin resolver, como uno de los tantos crucigramas de la vida . . .

Llegó la noche, implacable de sombras. Caminó por la vieja arboleda. Sentía un inmenso dolor en el pecho. Miró esos árboles oscuros, tristes y se sintió uno con ellos, unido por la soledad y el dolor.

Pero el regreso de hoy sería distinto, debajo de la puerta de entrada había una carta, sin sello postal.


ESA VIEJA CANCIÓN MARINERA
Inspirado en el tango “Una canción” de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo



La copa del alcohol hasta el final
y en el final, tu niebla, bodegón,
monótono y fatal,
me envuelve el acordeón
en un vapor de tango que hace mal...
¡A ver, mujer!, repite tu canción
con esa voz gangosa de metal,
que tiene olor a ron
tu bata de percal
y tiene gusto a miel tu corazón.

Una canción
que me mate la tristeza,
que me duerma, que me aturda
y en el frío de esta mesa,
vos y yo, los dos en curda.
¡Los dos en curda!
Y en la pena sensiblera
que me da la borrachera,
yo te pido cariñito,
que me cantes como antes,
despacito, despacito,
tu canción una vez más.

La dura desventura de los dos
nos lleva al mismo rumbo, siempre igual
y es loco vendaval
el viento de tu voz
que silba la tortura del final.
¡A ver, mujer! ¡Un poco más de ron!
y ciérrate la bata de percal,
que vi tu corazón
desnudo en el cristal,
temblando al escuchar esta canción.


-------------- o --------------




El ruido le hace levantar la cabeza y la bata de percal turqueza se le desliza por los hombros, dejando al descubierto sus pechos vencidos por los años y el dolor. A pesar de la borrachera puede verlo avanzar, tambaleante de alcohol, entre las mesas vacías. Antes que llegara a la mesa ella comenzó a entonar aquella vieja canción que le había enseñado su abuelo marino.

...................................................................

Los primeros rayos del sol se filtran por los sucios vidrios del bodegón, perfilando los dos cuerpos adormecidos sobre la mesa, abatidos por la soledad y el ron. Mas allá, en las habitaciones, las mujeres que venden amor, duermen. Unas encerradas en las piezas, desmayadas de sopor y sexo, otras despatarradas en el patio, buscando el fresco de la parra. Afuera la ciudad despierta al trabajo. El bullicio reemplaza al sórdido silencio del bodegón y la luz comienza a disipar la bruma del humo. Lentamente ella levanta la cabeza, el resabio del alcohol le nubla la memoria y la vista, llevándola al pasado: Mira las paredes, reconoce el cartel con el nombre del bodegón: “Los Angelitos”. Repara en los cuadros de aquellos artistas noveles: Berni, Spillibergo, Urruchúa; se ve sentada en la misma mesa, rodeada de hombres y marineros que le piden que cante. Recuerda una canción que le enseñara su abuelo cuando chica y comienza a entonarla. El bodegón está alegre, bullicioso, son otros tiempos, otra gente... En medio de la canción lo ve abrirse paso entre las mesas, con su impecable traje de hilo crudo y el sombrero panamá en la mano. Lo recuerda con su radiante sonrisa, enmarcada por el frondoso cabello rubio. Abrumada por el dolor de la nostalgia, vuelve de los recuerdos, recuesta la cabeza entre las manos, mira los cuadros actuales, de otros artistas, también noveles, y el cartel del bodegón, ahora ajado y sucio, triste, con el nombre con un agregado, como adaptándose a esta época mugrosa y decadente del Cafetín: “Los Angelitos Negros”- Cierra los ojos en el mismo momento que él los abre. La ve ahí, desgreñada, con un rictus amargo en su boca despintada, el escote de la bata de percal reflejado en el sucio cristal de la mesa y el recuerdo de aquella primera vez, hace tantos años!... cuando entró al bodegón por curiosidad y aburrimiento. No solía frecuentar esos lugares sórdidos cercanos al puerto, pero la divisó desde afuera, en medio de las volutas de humo; entró y la vió brillante, alegre, rodeada de un hombre y dos marineros, con un vestido de seda blanca y un largo collar de perlas que jugaba en sus manos, mientras canta una canción de amor que le recordaba las que entonaban los marineros en sus reiterados viajes a Europa... Ahora la ve ahí, tirada sobre el frío cristal de la mesa; le acaricia el cabello desteñido y el corazón se le estruja en lágrimas. Las raíces canosas son el reloj que le marca el tiempo perdido.

..................................................................

La sirena de un barco próximo a partir lo hace reaccionar, le acomoda la bata, se levanta y la alza en sus brazos; entredormida, ella se aferra a él que la besa dulcemente. Sale a la calle, el sol va disipando el amanecer, se oye nuevamente la sirena del barco, la aprieta con fuerza contra su pecho, palpa el bolsillo del saco, constatando que los pasajes están ahí, se apura, corre, cruza la explanada. Dos marineros lo esperan para indicarle su camarote. La deposita sobre la cama. Ella abre los ojos y lo ve, sonriente, acariciándola dulcemente.

-¿Dónde estamos?- pregunta, mirando a su alrededor, con una mezcla de extrañeza y placer.

-No preguntes, sólo entona aquella vieja canción- le contesta él, mientras le refresca el rostro con una toalla mojada en agua perfumada. Ella comienza a sentir la extraña sensación de una felicidad ya olvidada. Se levanta, emocionada y feliz, se quita la bata, y desnuda, comienza a cantar y bailar, arrojando en un segundo treinta oscuros años de vida soterrados en su alma; él la mira emocionado, abre los brazos y ella se arroja en ellos; siente el abrazo cálido, demorado en el tiempo; un largo beso resucita el viejo placer que le producen esos bigotes espesos, en donde hunde sus labios húmedos...

..................................................................

El mediodía los encuentra dormidos, un rayo de sol les ilumina los párpados, despertándolos.

-¿A donde vamos?

-Ya no importa. Ves el horizonte? Como nosotros, es sólo una línea entre el mar cielo, eterna, como nuestro amor

Ella hunde la cabeza en su brazo, que aún vigoroso, la aprieta dulcemente.

-Se me fue la vida pensando en vos, a cada instante, esperándote.

-Lo sé, porque yo viví todos estos años para este encuentro. Ven, recuéstate, el champagne espera, bebamos y comenzemos el viaje!- le contesta él, mientras sirve las dos copas, que ya contienen el veneno.










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