Te perdí
La taza humea una lágrima.
Te espero
en un café cualquiera,
tras el ventanal
que me regala un obelisco gris.
Espero el sol de tu sonrisa
y la gente, sin rostro
pasa como sombras
flotando entre la humedad
en esta tarde de otoño.
La taza ya no humea
y la lágrima se albergó en mis ojos.
Dejo la cucharita
que silenciosa,
girando, enfrió la espera.
Cuando creí reencontrarte,
te perdí.
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